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Año nuevo, vida nueva, con o sin pepitas

Un año más los españoles se preparan para celebrar el cambio de año comiéndose las doce uvas tradicionales mientras procuran no atragantarse, los hay más precavidos que eliminan previamente del interior de las bayas las semillas que contienen.

Este gesto cada vez más extendido de quitar las pepitas llamó hace tiempo la atención de algunos avispados productores de uva de mesa, que comenzaron a comercializar uvas peladas y sin pepitas para consumir en Nochevieja.

El éxito comercial de esta iniciativa se ha ido transformando con el paso de los años y ya no es necesario manipular las uvas para quitar las molestas pepitas, pues se está extendiendo de forma imparable el cultivo de variedades sin semilla.

Se trata de variedades que ya no necesitan el proceso de embolsado que se ha desarrollado tradicionalmente en la comarca del Medio Vinalopó y que retrasaba la recolección hasta bien entrado el mes de diciembre. Estas nuevas variedades no llegan tal vez en un punto óptimo de maduración como las tradicionales pero aguantan perfectamente hasta Navidad.

Aunque al principio esta apertura hacia nuevas variedades fue contemplada con cierto recelo por algunos productores de uva de mesa del valle de las uvas, donde se producen cada año 100 millones de kg, la tendencia se ha consolidado con la importación de estas nuevas variedades procedentes de centros de investigación de California, Sudáfrica o Chile.

Al fin y al cabo el cliente siempre tiene razón, y la demanda de este tipo de variedades no para de crecer en todo el mundo, con lo que esta producción renovada no cesa de abrir nuevos mercados.

Millones de personas seguirán buscando la suerte para el año nuevo tomando las uvas del Vinalopó, con o sin semillas, pues no se ha certificado que la buena estrella dependa de la presencia de las incómodas pepitas.